STANISLAW LEM
... Y he aquí que el artista se expone a sí mismo, convertido en un iconoclasta flagelado con los pinceles o revolcado en el óleo y la témpera, o bien totalmente desnudo en su vernissage. Por desgracia, este infeliz no puede alcanzar una desnudez auténtica: no es Adán, es solamente un señor en pelotas.
Un valor imaginario, Prólogo
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